30 de marzo de 2017

Sobre La Sincronicidad y el I Ching

Mientras el primer medio siglo del siglo pasado, dejaba su últimos alientos, el psiquiatra suizo Carl G. Jung escribía el prólogo a una de las mejores traducciones de ése maravilloso libro oracular y sapiencial cuya esencia ha impregnado el Alma y la Vida del pueblo chino desde hace milenios: el I Ching, realizada por su amigo el sinólogo, teólogo y misionero alemán Richard Wilhelm.


Despliegue del Tao hasta los 64 Hexagramas


En ése prólogo, Jung nos brinda en base a su experiencia personal con dicho libro una proyección para su abordaje teniendo en consideración la esencia de la visión china de la realidad y advirtiendo que para llegar al mismo además será necesario despojarnos de algunos prejuicios y paradigmas que por aquel entonces impregnaban -y creo que aún lo hacen- la mentalidad occidental.
"La manera en que el I Ching tiende a contemplar la realidad, parece desaprobar nuestros procedimientos causalistas", nos señala en una parte, para, algunas líneas más adelante afirmar más claramente ése concepto y mostrarnos con la nitidez y belleza de una flor de loto en el estanque del Universo, esas dos concepciones de la realidad, al decirnos: "En tanto que la mente occidental tamiza, pesa, selecciona, clasifica, separa; la representación china del momento lo abarca todo hasta el más minúsculo y absurdo detalle, porque todos los ingredientes componen el momento observado." Detalles tan absurdos o aleatorios para una mente occidental como pueden parecer el hecho de separar y juntar alternativamente 49 tallos de milenrama en una "tirada" del I Ching para ir así conformando uno de los 64 hexagramas, resultan sustanciales para la mentalidad china ya que el procedimiento forma parte sustantiva del momento dado, de la misma forma que la imagen de lineas enteras y quebradas "es un indicador de la situación esencial que prevalece en el instante en que se generó." Para la antigua tradición china estaríamos en presencia de "Agentes Espirituales", que como señala Jung "constituyen el Alma viviente del Libro", que le imprimiría al mismo una condición de Ente vivo que permitiría hacerle preguntas al I Ching y aguardar de él por lo tanto respuestas inteligentes. 
Y luego Jung, señala una vez más:
"Este supuesto implica cierto curioso principio al que he denominado sincronicidad. Un concepto diametralmente opuesto al de causalidad, dado que ésta última es una verdad meramente estadística y no absoluta, constituye una suerte de hipótesis de trabajo acerca de la forma en que los hechos se desarrollan uno a partir de otro. En tanto que la sincronicidad considera que la coincidencia de los hechos en el espacio y el tiempo significa algo más que un mero azar, vale decir una peculiar interdependencia de hechos objetivos tanto entre sí, como entre ellos y los estados subjetivos (psíquicos)  del observador u observadores."



Diagrama clásico sobre el concepto de Sincronicidad


Es, sin lugar a dudas un tema complejo, sobre todo al exigirnos para su aprehensión desmontar de nuestras cabezas esquemas muy arraigados, incluso a pesar de los avances que implican los aportes que la Física cuántica viene realizando desde hace algún tiempo.
No obstante es -por lo menos en lo personal- cautivante. Será por ello que me he sentido inclinado a compartir éste sencillo aporte que concluiré con un pequeño video y un poema -ambos de la psicóloga argentina Virginia Gawel- que llegaron a mí sincrònicamente una tarde serena mientras reflexionábamos juntos, el Universo, el I Ching y yo, en la ofrenda poética del Qi Gong Ideográfico.





Sincronicidad

Asombrosos hilos invisibles
nos tejen, nos hilvanan, nos enhebran
Coincidencias desde lo intangible
nos envuelven, nos señalan, nos impregnan.
Y tu y yo y todos en humana madeja
jugando el juego 
sincrónicamente
como una danza que acerca, que aleja a los danzantes
misteriosamente.
Significados ocultos
que conectan hechos, lugares, fechas y apellidos
abrumadoramente interpenetran
a los que mueren y a los recién nacidos.
En lo casual, insólito, curioso
entrecruzándose las realidades
unen lo absurdo, con lo milagroso
apañándose en sus intimidades.
No estamos solos
¡quién diseñó éste juego!
¡que inteligencia pergeña el argumento!
Hay algo más que late tras los velos
lo palpo, lo intuyo, lo presiento.


Y yo también.